-¿Has visto lo brillante que está hoy el cielo? ¿Has visto con qué intensidad brilla hoy el sol? Creo que me parece hasta ver la luna y las estrellas...
-Pero... si hoy el cielo está nublado. De hecho, ni siquiera se ve el sol. Además, ¿cómo vas a saber como está el cielo si no dejas de mirarme a los ojos?
-Porque en tus ojos veo el mundo entero reflejado. El mundo de verdad, el que no es el espejismo de un desierto imaginario, ni el delirio de un loco, ni el sueño de un sueño... Veo ese mundo que solo es tuyo y nuestro y de todos los que quieran verlo también.
-....... ¿Alguna vez iremos a ese mundo?
-Has estado muchas veces allí- contestó ella con una dulce sonrisa.
-Pero en el fondo no se cómo llegar.
-Oh, hay muchas maneras de llegar. Solo depende de cuál te sea más sencilla y de cuál encuentres primero... te gustaría, es un lugar hermoso. Los colores allí son vívidos y las sensaciones y los sentimientos, eternos.
Él la miró a los ojos y por un momento se puso serio. Los labios de ambos se juntaron. Silencio.
-Creo que ya sé como llegar. Verdaderamente, es un mundo interesante- contestó con picardía.
-Mmmmm...
-Y, ¿sabes qué?- dijo acercándose de nuevo. Ella lo miró expectante- creo que ya he descubierto el sabor de ese lugar.
-¿Ah, sí? ¿A qué sabe?
-A metal... y huele fresco. Como tú.


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