Me gustan esos posos de azúcar que se quedan en el fondo de la taza cuando te bebes el café. Cuando lo echó en la taza y lo remuevo me parece oír el sonido que hace cada grano al deshacerse y mezclarse con la leche... ¡Qué placer tan cotidiano!¡Qué horroroso asesinato! Desde luego que en el País de las Cosas Dulces, yo debo estar en busca y captura. Y no solo por el azúcar. Soy una sádica. Chupo la crema de las oreos, muerdo el chocolate con picardía, desmigajo los bollos y torturo de una manera horrible a los cereales, masticándolos con fuerza. Y lo peor de todo es que no solo no me arrepiento... sino que soy una golosa reincidente.... =P

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