Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar...

Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar...
Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar...

jueves, 1 de septiembre de 2011

♫♪♫♪

No puedo testificar como germinaron apéndices queratinosos entre mis omóplatos, no alcancé a ser volátil amoniaco. La historia no tenía más sentido ni argumento que el de rellenar el cráneo de fibras de algodón, mientras otros pensaban por mí por qué la vida se alzó sobre el fango o tanteaban la solución al materialismo de nuestra era. Edulcorado idealismo que me ocupaba de ambientar con notas afrancesadas, mientras, en un ejercicio de auto-hipnopedia, me repetía a mí misma mis dones, facultades y perfecciones beatificados en una soledad donde sólo accedía a compararme con los mirlos del tendido eléctrico. Cuadriculaba mis sesos en tópicos de señorita victoriana mientras tú, continuamente llegando, eras anunciado por deslumbrantes trompetas adelantadas. Mi androide, a falta de imaginación te torné en una silueta china carente de gesto, cómico borrón desfigurado. Ahora vuelvo, desmantelo tu imagen de nuevo, te descubro entre la imposibilidad pétrea y etérea que suponías y te pienso, y me pienso… ahora entiendo. Me gustó el juego de distancias que esbozamos, mi amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario