Hace mucho frío ahí fuera, tú ya me entiendes. Supongo que es como todo, lo realmente bonito es estar dentro y no fuera, dentro de la vida de las personas que realmente te importan, compartiendo el calor, los sentimientos, los momento de flaqueza, y creo que es eso lo que me pasa ahora mismo a mí contigo. Cada vez, quiero, deseo con todas mis fuerzas adentrarme más en tu corazón, aquel que está recubierto por una fría coraza de hielo, ser una parte imprescindible para ti.
Cierro una vez más los ojos, con todas mis fuerzas, y sonrío. Ahora se con certeza que todo va a ir bien, ¿es esto a lo que llaman felicidad?
Siento tu respiración entre mi pelo, me proporciona seguridad.
Coges mi mano, suavemente, acariciándola a la vez, con tus dedos recorriendo cada pliegue de ella.
Hablamos de la familia, de nuestro pasado oculto y de lo rápido que puede llegar a pasar la vida si no estás enamorado.
¿Sabes? Nada más verte lo supe, algo se accionó, confiando en ti, abrí mis alas y dejé que voláramos juntos, como en este instante, con mi cabeza en tu estómago, abandonándonos a nosotros mismos, haciendo desaparecer la ciudad, llegando más allá de lo que jamás, nunca antes nadie había llegado.
Estos son mis pensamientos, mientras te observo detenidamente, cada vértice de tu rostro tranquilo, intentando no dormir, para alargar este momento, aunque qué más me da, si te voy a volver a encontrar en mis sueños...
No hay comentarios:
Publicar un comentario