Y entonces se te cae una lágrima al recordar un duro momento, un bajón, una mala pasada, pero no te preocupes, no tienes que llorar, no esta vez. Esta vez no pasa nada, esa lágrima es la que derramaría un director de cine al ver que su película ha ganado un oscar. Tú ya has ganado tu oscar, entonces puedes llorar de alegría por ello.
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