Llega un punto en el cual te acostumbras de las decepciones y ya te da igual.
No me sirven las palabras, quiero hechos.
Dicen que les importas, que se preocupan por ti, y cuando ya estás un poco mal, pasan de tú cara. Aplauso.
Me duele el oído de oír tantas mentiras.
Que cuando te mires al espejo le digas a esos ojos que ansían tu amor:
'Yo, Rosa, merezco amor'.
Y siéntelo. Adentro, donde sólo tú puedes ir.
Tu cuerpo desnudo debería pertenecer sólo a aquel que se enamore de tu alma desnuda.